Dentro de cada uno de nosotros hay un creador. Este centro regidor, lo podemos describir como la totalidad de la Psique, para diferenciarlo del Ego.
Todas las creencias y ritos ancestrales de cada civilización lo han llamado de alguna manera. Para los amerindios, por ejemplo, en su concepto básico de la vida, el alma humana es simplemente “el Gran Hombre que siempre camina a mi lado” habita en el corazón al igual que la intuición y es inmortal; en el momento de la muerte o poco antes, deja al individuo, para reencarnar en otro ser.
Los indios eran capaces de entrar en relación profunda con el Gran Hombre. Sólo las mentiras, la deslealtad, la injusticia y la maldad alejan del reino interior de la persona al Gran Hombre; por lo que el amor a tu hermano y la generosidad con todos los seres vivos que te rodean, hace que el Gran Hombre camine a tu lado y sea tu guía espiritual.
Esta capacidad del ser humano de estar conectado a su espiritualidad, depende en gran medida de si el ego está dispuesto o no lo está, a escuchar el mensaje del Gran Hombre. De esta forma nos convertimos en seres humanos mucho más completos y emocionantes.
Parece que el ego, no ha sido producido por la naturaleza para mantener sus propios impulsos arbitrarios todo el tiempo, sino que ayuda a que se realice la totalidad de la psique. Es el denostado ego el que proporciona luz a todo el sistema, permitiéndole convertirse en consciente y, por tanto realizarse.
Así comienza un acuerdo entre el germen de la totalidad y los actos externos de lo que llamamos destino. Es como si algo nos estuviera contemplando, algo que no vemos, pero que nos ve, quizás el Gran Hombre que habita en el corazón, que se acerca a nosotros a través de los sueños.
Despertar al Gran Hombre que siempre viene con nosotros, es amarte a tí mismo, con tus límites y con tus experiencias, es amar al otro como iguales que somos.
Permítete disfrutar de la experiencia de Ser, pues es la creación del Dios que hay en tí, que eres tú.