Si existe la personificación masculina dentro de la mujer, tiene que existir la personificación femenina dentro del hombre. En su manifestación individual, el carácter del ánima de un hombre, adopta la influencia de la madre.
Hay que recordar que estas figuras habitan en el inconsciente, es decir, apenas nos damos cuenta de cómo influyen sobre nosotros. Es como tener la sensación de que tú gobiernas lo que haces, pero en el fondo no tienes la más remota idea de porqué lo haces. En su manifestación negativa repite este tema: “No soy nada. Nada tiene sentido. Para los demás es diferente, pero para mí todo sale mal. No disfruto de nada”
Un ánima negativo se expresa con frecuencia con formas irritables, malas maneras, inseguridad, se ofende o toma a mal las situaciones o los actos de los demás con facilidad y luego tiende a deprimirse. Lógico que, la vida interna de uno tome un aspecto triste y opresivo. Es como un embotamiento, un miedo a la enfermedad, a la impotencia, a los accidentes. Una manera de observar el ánima negativo, va en dirección a los comentarios venenosos, con los que rebaja todo y genera hostilidad.
Reflexiona tanto sobre la vida que no puede vivirla y pierde toda su espontaneidad y sus sentimientos nobles y verdaderos. Algunos hombres pueden ser presa fácil de las mujeres y no se ven capaces de luchar con las penalidades de la vida. Un rasgo en los hombres con un ánima negativa son sus incansables fantasías eróticas, no estoy hablando de caracteres biológicos, el sexo estable es beneficioso e importante para todos los seres vivos, sino de soñar despiertos con materiales pornográficos, espectáculos o representaciones sexuales.
Sacando conversaciones sin sentido con un aspecto primitivo, como si permaneciera en una actitud infantil y repetitiva. Es el ánima quién pulsa la tecla del flechazo. Hace que un hombre se enamore sin remedio Y DE REPENTE cuando ve una mujer por primera vez y sabe de forma inmediata que es ELLA. Las mujeres que son como hadas, angelicales, atraen estas proyecciones de fascinación, que parecen una completa locura.
Esta es una de las formas repentinas más habituales para alterar un matrimonio, haciendo que dependa de una mujer concreta. El ánima dota de madurez y desarrolla relaciones sentimentales suficientemente fuertes cuando está establecido, aunque en muchos casos suelen tardar más de la cuenta.