Me he encontrado con mujeres que piensan que la figura del guerrero es tan sólo masculina, sin embargo, es un arquetipo universal, nos pertenece a todos. La imagen estereotipada de que los guerreros son los que van a la guerra a pelearse con todo quisqui, es errónea. Destructores, fuertes, sin piedad.
Estar peleando y tener que vencer siempre, es muy estresante. La manifestación de la superioridad frente a los demás, el individualismo, el egoísmo, son rasgos que describen al guerrero no evolucionado.
Hoy me gustaría enfocar el símbolo de la guerrera desde la mirada del arquetipo.
Para conquistar un objetivo que imagino inalcanzable, tengo que convertirme en un ser extraordinario. Ahí aparece la guerrera. Observa algunos pasos que atraviesa en la senda :
Una guerrera sigue la estrategia, en ese hacer no hay victorias ni derrotas, únicamente hay acción. El arte de la guerrera es equilibrar el terror de ser mujer con el prodigio de ser mujer.
El primer enfrentamiento es conmigo misma, con mi propia conciencia que me obliga a gestionar mejor mi vida y disfrutar de las estrategias. Esto trae un cambio de enfoque hacia lo que quiero ser.
Las verdaderas guerreras hacen falta, porque son aquellas que se atreven a enfrentarse al adversario, a combatir para defender lo justo y proteger a los demás si hace falta. Son las que con su fuerza ayudan a materializar cambios en nuestra sociedad.
El don de la guerrera nos dirige a tener valor, fuerza e integridad, capacidad de tener objetivos y persistir en ellos; demanda un alto nivel de compromiso y lucha por principios y valores, aún cuando tengan un alto precio.
El núcleo de la Guerrera es la afirmación de su poder en el mundo, establecerse en él para transformarlo en un lugar mejor. Cambiar su mundo, haciendo valer su decisión e imagen. Sabe controlar el miedo y por tanto, la situación. Puesto que, una guerrera cuando decide un camino a seguir, y lo siente en su corazón, se vuelve inquebrantable.
Hasta la victoria siempre.