El Confucionismo realiza, la tarea socialmente necesaria de obligar a la espontánea originalidad de la vida a adoptar las rígidas reglas de la convención, tarea que implica no sólo conflicto y dolor, sino también, la pérdida de esa peculiar naturalidad e ingenuidad que torna tan graciosos a los niños pequeños y los ancianos.
El Taoismo consiste en reparar el inevitable efecto nocivo de esta disciplina, y no sólo restaurar sino desarrollar la espontaneidad original, es decir, la cualidad de ser uno mismo.
Se puede expresar en un término coloquial: ” Ser tu propia espiritualidad”.
El Taoismo es un camino de liberación, sin revoluciones. No nos liberamos de las convenciones despreciándolas, sino evitando ser engañados por ellas. Tenemos que ser capaces de utilizarlas como instrumentos en lugar de ser utilizados por ellas.
Aprender consiste en acumular conocimientos día a día, la práctica del Tao consiste en reducirlos día a día. Seguir reduciendo hasta alcanzar el estado del “No-Hacer”. Significa crear visualización de la acción sin mover un músculo, creando un foco. Focalizar, poner la menta en una consecución. Así el propósito se va formando.
El universo conspira, para que se vaya haciendo realidad nuestra focalización, transformándose en una experiencia decisiva.