Dentro de la economía energética en medicina tradicional china, los órganos y vísceras representan un conjunto social.
La energía se distribuye a través de vías principales y múltiples senderos secundarios hacia zonas profundas, haciendo que circule junto con la sangre y sus nutrientes, dentro de estos caminos hay también vías extraordinarias y distintas. Esta homeostasis interna asegura el mantenimiento de un flujo constante de vida.
El corazón, que es el emperador y su lugarteniente el pericardio en su residencia central, representan el fuego y sostienen el equilibrio tanto hacia la cabeza, las tierras altas como hacia los territorios inferiores. De ahí el gesto ritual de colocar las manos en actitud de saludo a la altura del corazón en un acto de reverencia inclinando la cabeza. Pues aquí tenemos el refugio del Shen, es decir, la coherencia cardiaca entre emoción y pensamiento.
Sus ministros y consejeros reales los riñones, representan el agua, único elemento capaz de sofocar el fuego, se sitúan en la parte inferior guardando la esencia vital y los complejos sistemas de filtrado y purificación en su acción sobre la sangre y la energía. Son los prudentes aliados de los gobernantes, estabilizando a los dos.
El hígado y la vesícula biliar representan la madera, la decisión, garantizan la circulación de las mercancías por todo el territorio, sin que haya sobresaltos con los ladrones de Qi y la estabilidad se garantice, son los ejércitos impidiendo estancamientos e impartiendo equidad, deben ser imparciales para no desencadenar la ira y la cólera.
De ahí que estén bajo la supervisión de los pulmones, el metal, la sabiduría de la filosofía para el buen gobierno, taciturnos observadores y maestros del Qi.
Recogen el Qi puro del aire y lo reúnen con el Qi nutritivo de los alimentos para formar el Zong Qi, el Qi pectoral fundamental para la buena marcha del imperio, es decir, un pueblo con gente que respira ilustración, libertad y esté bien alimentado.
Esta parte es representada por la tierra, el bazo y el estómago, trabajan con alegría, producen con abundancia y apenas hay altercados, pues todos están contentos con su situación, formando una sociedad fructífera.
Este sería el estado ideal de los 5 elementos, con una clase gobernante que cuida de su imperio y de los intereses de su pueblo.