Hubo un tiempo, entre los mortales, que cuando querían transformarse, disponían de lugares para desaprender aquello que repetían con asiduidad. Había lugares para los que trataban de orientarse y establecer un contacto más directo consigo mismos.
La experiencia de sentirse en un lugar, en el cual, tengamos otra oportunidad, es definitiva.
Mentalmente nos asusta tanto el proceso de cambiar, véase, la separación en una relación personal, el duelo ante la pérdida de un ser importante en nuestra vida, el sentimiento angustioso del vacío, el saber que nos han engañado y traicionado cuando lo dimos todo, la soledad.
Si tuviéramos un lugar para sentir que estas alteraciones,- las tiene todo el mundo, en mayor o menor medida- las comparto en un espacio donde ya no existe la condición de no puedo; pues aquí sólo se buscan soluciones para armonizar la forma de ver la vida.
Darse cuenta que se acabó la etapa discordante para dar paso a una etapa más estable. Disponer de técnicas que nos guíen hacia la calma interior, para entender el proceso de reanudar el camino, es contundente.
Es la valentía del caminante, que lejos de asustarse con los nudos que la existencia plantea; ha sabido hacer frente al riesgo que implica sentir. Hemos de pedirle todo lo que podamos a la vida, pues estamos en ella.
Retirarse a tiempo, es signo de inteligencia, saber cambiar es la sabiduría perenne.